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julio 04, 2013

9 animales "feos" en peligro de extinción

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Hay muchos animales importantes para nuestro ecosistema que ni siquiera sabemos que existen, pero están en peligro de extinción. A continuación una lista de algunos animales que tal vez no son hermosos, pero no por eso debe dejar de preocuparnos que corren el riesgo de extinguirse:

1. Mono de probóscide

Mono de probóscide

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noviembre 21, 2012

Chimpancés Una inteligencia casi humana

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Simio
Solucionan problemas matemáticos, aprenden lenguaje, usan herramientas y mienten. Nuevos estudios y una película insisten en las semejanzas con los simios.

En la primera escena de «El origen del planeta de los simios», la película de Rupert Wyatt estrenada recientemente, una chimpancé es capaz de resolver con una increíble habilidad la «torre de Hanói», un juego matemático que en el filme denominan «torre de Lucas», consistente en apilar unos discos de radio creciente en tres estacas de un tablero. Los resultados de la prueba son, lógicamente, pura ciencia ficción -ni siquiera los monos son reales, sino producto de la magia de Hollywood-, pero el desafío que se le presenta al simio cinematográfico tampoco es tan diferente a los que los primatólogos plantean a los chimpancés en laboratorios para medir su inteligencia. Por pruebas similares se sabe que estos primates son, sin lugar a dudas, las criaturas que más se asemejan a los seres humanos.

Tienen conciencia de sí mismos, capacidad simbólica y cultura que transmiten de generación en generación; pueden aprenderel lenguaje de los signos con un vocabulario de unas 300 palabras, y son incluso superiores a nosotros en algunas habilidades de memoria matemática. Cooperan con sus congéneres, pero también pueden ser manipuladores y mentirosos, una astucia muy humana para la que hace falta un desarrollo cognitivo complejo. Solo ellos y nosotros sabemos elaborar una mentira.

Pero, ¿de verdad somos especies casi iguales? La cuestión es realmente peliaguda. Algunos aseguran que no hay apenas diferencias, lo que incluso llevó a una polémica petición de«derechos fundamentales» para los grandes primates y la propiedad sobre su selva, mientras que otros consideran que detrás de una postura semejante no hay más que el deseo sentimental de humanizar a los animales. Lo cierto es que, sin tomar partido, mirar a los ojos a un chimpancé en la jaula de un zoo estremece. Es como presentarnos ante un pariente lejano y extravagante en el que reconocemos algunos de nuestros rasgos. Para empezar, compartimos con ellos alrededor del 98 % de los genes. «Chimpancés y seres humanos tienen un antecesor común que no compartimos con ningún otro primate. Los dos linajes se separaron hace unos seis millones de años», explica el doctor Israel Sánchez, del departamento de Paleobiología del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC. Pero los homínidos dejaron los bosques para adentrarse en el ambiente abierto de la sabana, algo muy extraño en un primate, y se pusieron de pie, mientras que los chimpancés siguieron siendo «cuadrípedos y arborícolas». Para el paleontólogo, ahí está la clave de las diferencias. Cada uno por su lado perfeccionó un tipo diferente de locomoción muy específica y original, y posteriormente se produjo «un desarrollo cerebral distinto».

Cerebro de chimpancé

Un estudio publicado en Current Biology esta misma semana por Tetsuro Matzusawa, de la Universidad de Kyoto, uno de los más grandes investigadores de primates del mundo, ha seguido, por primera vez, el desarrollo del cerebro del chimpancé desde que nace y lo ha comparado con el del ser humano, que es tres veces mayor. En ambos, partes críticas para las funciones cognitivas son inmaduras en el nacimiento. Sin embargo, los bebés humanos desarrollan la materia blanca prefrontal de forma mucho más espectacular que las crías de chimpancé, lo que les permite un mayor desarrollo del lenguaje y de habilidades de interacción social.

A pesar de esa desventaja, la inteligencia de los chimpancés es bien reconocida, y los primatólogos la comparan con la de un niño humano de 2, 3 ó 4 años. En un experimento realizado por científicos del Instituto Max Plank de Alemania, llamado el «cacahuete flotante», se entregaba a un grupo de niños de esa edad y a unos chimpancés una probeta con una nuez dentro y un vaso de agua. Es fácil imaginar lo que había que hacer para obtener el premio. A iguales condiciones, animales y niños alcanzaron aciertos similares. Pero se demostró que no aprenden igual. Los niños son capaces de imitar a los que saben, el mono improvisa con creatividad. También se les ha pedido sumar, restar o reconocer fracciones. En pruebas numéricas en las que está en juego la memoria visual, como recordar en orden la posición de números que desaparecen en una pantalla, incluso han obtenido puntuaciones superiores a las de ¡estudiantes universitarios!

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